
Cuando pensamos en amor y en matrimonio, lo último que suele venirnos a la cabeza es hablar de dinero y patrimonio. Ya se sabe… contigo pan y cebolla.
Pero la realidad es que el matrimonio no es solo un compromiso afectivo, sino también un contrato legal con implicaciones económicas. Y por más que Cupido nos ciegue, no debemos perder de vista jamás que además del amor (y sobre todo, después del amor) existen otras muchas cosas.
¿Qué son las capitulaciones matrimoniales?
Las capitulaciones matrimoniales son un acuerdo legal que las parejas pueden firmar antes o durante el matrimonio para regular el régimen económico que regirá su relación. En España, el régimen económico matrimonial por defecto es el de sociedad de gananciales, salvo en Cataluña y Baleares, donde rige la separación de bienes. Sin embargo, los cónyuges pueden elegir el régimen que prefieran, siempre que documenten su elección debidamente.
El acuerdo sobre esa cuestión, no solo afecta a los bienes que adquieran durante el matrimonio, sino también a cómo se gestionarán las deudas, las herencias y cualquier otro aspecto patrimonial relevante.
En otras palabras, a través de las capitulaciones matrimoniales se define con claridad qué es de quién y cómo se repartirán los bienes en caso de separación o fallecimiento de uno de los cónyuges.
¿Para qué sirven?
Básicamente, permiten establecer cómo se administrarán los bienes y las deudas dentro del matrimonio, ofreciendo seguridad y previsión ante cualquier circunstancia futura. Pueden servir para:
- Optar por el régimen de separación de bienes en lugar de sociedad de gananciales cuando este sea el régimen económico matrimonial que rige por defecto.
- Establecer acuerdos concretos sobre propiedades previas al matrimonio.
- Regular cómo se repartirán ciertos bienes en caso de divorcio.
- Proteger patrimonios familiares, especialmente en casos de empresas o herencias.
- Evitar conflictos y facilitar la gestión del patrimonio común.
- Asegurar que, en caso de fallecimiento de uno de los cónyuges, el reparto de bienes se realice según lo pactado y no según el régimen económico legal.
- Proteger a uno de los cónyuges en caso de que el otro tenga negocios o actividades profesionales con riesgo financiero.
¿Cuándo y cómo se hacen?
Las capitulaciones matrimoniales se pueden firmar antes o después del matrimonio, pero siempre deben hacerse ante notario en escritura pública. Si se otorgan antes del enlace, solo tendrán validez cuando el matrimonio se celebre. Si se firman después, pueden modificar el régimen económico matrimonial vigente, pero solo a partir del momento de la firma.
Es importante recordar que si se quiere cambiar el régimen económico de gananciales a separación de bienes (o viceversa), será necesario liquidar previamente los bienes comunes acumulados hasta ese momento. Esto puede implicar gestiones adicionales, como inscribir los cambios en el Registro de la Propiedad o en otras instituciones donde los bienes estén registrados.
Además, si la pareja decide cambiar el régimen después del matrimonio, es fundamental que ambos estén de acuerdo y entiendan las implicaciones legales y fiscales de esta decisión.
¿Es recomendable hacerlas?
Depende de cada pareja y su situación. Aunque en España no es habitual hablar de este tema antes del matrimonio, cada vez más parejas optan por capitular, especialmente aquellas que tienen negocios, patrimonios previos significativos o simplemente quieren evitar posibles problemas en el futuro. No se trata de falta de confianza, sino de establecer reglas claras para evitar complicaciones económicas en caso de separación o fallecimiento de uno de los cónyuges.
En matrimonios en los que uno de los cónyuges tiene deudas previas o una actividad empresarial de alto riesgo, optar por la separación de bienes puede ser una decisión inteligente para evitar que el otro cónyuge termine asumiendo responsabilidades económicas no previstas.
Conclusión
Las capitulaciones matrimoniales no son algo especialmente romántico y puede darnos cierto pudor hablar de dinero y finanzas cuando lo que (se supone) debe primar es el amor, pero sí son una herramienta útil para proteger el patrimonio y prevenir conflictos. Poner las cartas sobre la mesa desde el principio puede evitar muchos quebraderos de cabeza en el futuro.
Como siempre, lo ideal es asesorarse con un abogado especializado en derecho de familia para tomar la mejor decisión según cada caso. Porque quererse está muy bien, pero con poco de planificación, aún es mejor.