
La desheredación, ese giro dramático que a veces aparece en los mejores culebrones familiares de sobremesa, es posible en España, pero con limitaciones. Aquí no vale con «no me cae bien» o «ya no me llama por mi cumpleaños». Entre lo que dice la ley y lo que dicta el corazón hay mucho que aclarar. ¡Vamos a ello!
Herederos forzosos: Los VIP de la herencia
En España los «herederos forzosos» son como esos amigos que siempre tienen pase directo al backstage: hijos, descendientes, ascendientes si no hay hijos y el cónyuge viudo. Según el artículo 806 del Código Civil, todos ellos tienen derecho a su «trocito del pastel» de la herencia. Esa porción hereditaria a la que tiene derecho si o si es la legítima y no hay forma de quitarles ese privilegio. Bueno, casi.
Para que te hagas una idea, los hijos tienen derecho a dos tercios de la herencia. Uno de esos tercios es intocable y se reparte entre todos los descendientes mientras que el otro, el famoso «tercio de mejora», lo puedes usar para premiar a tu hijo favorito. Porque todos sabemos que, aunque no se diga, siempre hay un favorito. Los ascendientes, si no hay hijos, también tienen su parte asegurada, mientras que el cónyuge viudo se queda con el usufructo de una parte de la herencia, dependiendo de con quién comparta escenario hereditario.
¿Se puede desheredar? Spoiler: Sí, pero con cuidado
Desheredar no es tan sencillo como decir «me ha dejado en visto, fuera de la herencia». La ley es clara y tiene una lista cerrada de motivos. Entre las principales razones, están:
- Maltrato grave: Esto incluye tanto el físico como el psicológico. Pero cuidado, que esto hay que probarlo bien, no vale con «me habló mal en la cena de Navidad».
- Negación de alimentos: Si el heredero no te ayudó cuando lo necesitabas, ahí tienes una razón válida.
- Otras causas legales: Delitos graves contra el testador o sus allegados, injurias graves… (Vamos, que no basta con una discusión normal y corriente)
Eso sí, si decides desheredar, debes dejarlo muy claro en el testamento y explicar el motivo. Y lo más importante: tienes que poder demostrarlo. Si no, el heredero podría impugnar la decisión y recuperar su parte legítima.
¿Qué pasa con el cónyuge?
El cónyuge también puede ser desheredado, por ejemplo, si incumple gravemente los deberes conyugales (¿infidelidades? ¿abandono del hogar?) o decide hacer las maletas y desaparecer sin motivo, podrías tener una causa válida para dejarle fuera del reparto. Pero como siempre, las pruebas son clave.
¿Qué pasa cuando desheredas a alguien?
Si la desheredación está bien hecha (¡felicidades!), ese heredero pierde su derecho a la legítima y su parte se reparte entre los demás coherederos forzosos. Por ejemplo, si decides desheredar a un hijo, su parte de la legítima pasa a sus propios hijos (es decir, tus nietos) si los hay. Pero si la cosa no estaba tan clara y el heredero demuestra que las razones no son válidas, todo vuelve a como estaba antes y sí, tendrá derecho a su parte.
Algunos casos curiosos (porque siempre los hay)
En la práctica, los tribunales han visto de todo: desheredaciones que fracasan porque el testador no justificó bien la causa, herederos que prueban que no hubo tal «maltrato grave» o cónyuges que defienden que su abandono estaba más que justificado (a veces, hasta con pruebas de infidelidad del propio testador). Como ves, la desheredación no es tan simple como parecía en tu cabeza cuando escribiste ese borrador de testamento después de una discusión familiar.
Conclusión: Entre lo jurídico y lo sentimental
La desheredación es una herramienta poderosa pero también delicada. No solo afecta a lo legal, sino que puede abrir heridas emocionales difíciles de cerrar. Por eso, antes de dar el paso, piensa bien si hay otra forma de resolver el conflicto familiar. ¿Quizás un diálogo sincero? ¿Una reunión con mediador? Y si no hay solución, asegúrate de tener un buen asesoramiento legal para que todo quede bien atado y no haya sorpresas desagradables.
Al final, la desheredación no es solo un trámite; es un recordatorio de que detrás de cada testamento, hay historias, relaciones y a veces conflictos que ni el mejor guionista podría inventar. Así que, si vas a escribir tu testamento con algún «plot twist» hazlo con cabeza, corazón y sobre todo con la ayuda de un abogado especialista que te ayude a dejar todo atado y bien atado.